miércoles, 22 de octubre de 2025

¿Quién es Wilberth Nahuat, defensor del territorio kárstico y del agua en Yucatán, objeto de criminalización por parte de la industria porcícola?

 Rodrigo Llanes Salazar

Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales 

de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Yameli Aguilar Duarte

Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, 

Agrícolas y Pecuarias/Asociación Mexicana de Estudios sobre el Karst. 

José Orvelín Montiel Cortés.

Instituto Federal de Defensoría Pública. 

Wilberth Alfonso Nahuat Puc es el subcomisario de Santa María Chí, una comunidad maya (“Chí” significa “nance”) y subcomisaría del municipio de Mérida, ubicada al noreste de la zona urbana de Mérida, Yucatán, en donde está asentada una mega granja porcícola de más de 49,000 cerdos, que el pasado mes de septiembre fue clausurada de manera total y definitiva por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente ya que, entre otras irregularidades, no contaba con permisos de descargas de aguas residuales.

Debido a su labor de defensa de los derechos de su comunidad y del territorio kárstico en el que se encuentra asentada la mega granja, en 2023 Wilberth fue objeto de denuncias por parte de la empresa que opera la granja porcícola, particularmente por privación ilegal de la libertad y daño a bien inmueble. De ser imputados los cargos, Wilberth podría enfrentar prisión. Hasta ahora, la Fiscalía del estado de Yucatán no ha encontrado evidencias para vincular a proceso a Wilberth, pero la presión por parte de la empresa continúa. Esta es una injusticia que debe ser reparada de manera urgente.

            Wilberth nació el 7 de julio de 1983 en Santa María Chí. Fue el segundo de cuatro hijos y recuerda que en su infancia eran muy pobres, que, como es común en las comunidades mayas, vivían en una casa multifamiliar, donde también vivían sus abuelos, y que era una choza de palos y huano, que las paredes eran de tierra con zacate revueltas estilo pak luum, y que él jugaba con sus cochecitos haciendo huecos en la tierra, así como en el patio, entre los árboles y haciendo corridas de toros con los carneros. De su infancia también rememora la presencia de sus abuelos y que de ellos aprendió el valor de la siembra, de tener animales de traspatio, de cuidar la naturaleza, de pedirle permiso y ser amable con el entorno que nos rodea, así como ir al monte, a leñar. “Eso es algo que me dejaron mis abuelos”. Asimismo, como sus papás trabajaban, él se quedaba al cuidado de sus hermanos, viendo que comieran y asistieran a la escuela.

Tres años después de que naciera Wilberth, y dos años después de que el gobierno de Yucatán y el gobierno federal buscaran diversificar la economía yucateca a partir de la implementación del Programa de Reordenación Henequenera y Desarrollo Integral de Yucatán, comenzó a operar la granja porcícola, con cinco naves. Hoy, la granja cuenta con 72.

            En su infancia, Wilberth estudió el kínder en la casona que está debajo de la casa principal de la hacienda Santa María Chí, en unas bodegas que servían para guardar los accesorios para caballos y mulas. Por décadas, Santa María Chí se dedicó a desfibrar henequén, el monocultivo que marcó la economía, el entorno y la vida social de gran parte de Yucatán durante las últimas décadas del siglo XIX y gran parte del siglo XX. “Entrar a ese lugar era algo muy padre, pues era un edificio muy grande [...] tenía pilas llenas de agua, que tenían pescados”.

Wilberth recuerda que lo que comían cuando era niño era lo que estaba al alcance, lo que cosechaban en su casa. Su mamá y su abuela tenían animales de patio. Su platillo favorito es el salpimentado, preparado con gallina de patio, calabazas también de patio o de milpa y tortillas hechas a mano. Otras vecinas y vecinos de Santa María Chí también recuerdan la calidad de los vegetales y hortalizas que se cultivaban en los patios y en el monte: calabazas, chayotes, rábanos, camote, cilantro, más grandes y frescos. Entonces, también se tomaba agua de los pozos, la cual era más fresca. Wilberth bebía agua de pozo cuando le tocaba regar las plantas del patio. Hoy, los pozos de Santa María Chí presentan altos niveles de coliformes fecales y de otros contaminantes.

            Al igual que muchos niños en comunidades mayas, Wilberth acompañaba a su papá a su terreno a pastorear el ganado. Caminaban el monte, arreaban el ganado y veían diversos animales: venados, jabalíes, “muchos pájaros con sonidos muy padres”, pavos ocelados, chachalacas –“que son animales impresionantes que con el sol brillan”. A veces, cuando se quedaban sin agua en el monte —cuenta Wilberth—, tomaban agua de las sartenejas, llenaban su calabazo y la bebían. “Era agua fresca, no te hacía daño, era como agua purificada. Es agua de lluvia que está en el monte”. Del monte también recuerda el olor del dzidzilché, un importante árbol melífero, que floraba en los meses de marzo a mayo. Su papá lo invitaba a comparar los aromas del dzidzilché con el de la miel cosechada, y Wilberth comprobaba el mismo olor. Así, con estos andares, entre animales, árboles y rocas, aprendió a tenerle respeto al monte y todo lo que se hacía ahí, desde la milpa hasta el cha’a cháak ritual de petición de lluvia.

Las sartenejas, también conocidas en maya como haltunes, son “depresiones circulares en la roca caliza dura” que “acumulan agua de lluvia”, con tamaños variables “de unos cuantos centímetros hasta varios metros” (Estrada et al. 2019:8). Las sartenejas son uno de los rasgos que caracterizan los territorios kársticos de Yucatán, entre los que encontramos también los xuuch, a los que Wilberth se refiere como oquedades o aperturas en la tierra que succionan el agua y que “de manera ancestral, todo mundo en la comisaría sabe que hay xuuches en varios lados”. Desde luego, también encontramos cenotes y cuevas, que, a diferencia de otras comunidades mayas de Yucatán, no se encuentran accesibles al público. 
Hay que destacar que geoformas kársticas como las sartenejas y los xuuches, entre otras oquedades y fracturas, no suelen ser representados en mapas de escala muy general, como los incluidos en la Manifestación de Impacto Ambiental de la granja Santa María (que son del orden de 1:1,000,000 a 1:250,000). No obstante, la población local conoce estas geoformas kársticas, sabe de su importancia, y son la expresión superficial de un subsuelo karstificado (es decir, con fracturas y conductos) que les imprimen altas interconectividades a los flujos locales de las aguas subterráneas y a la vez, alta vulnerabilidad a la contaminación (Aguilar et al. 2016; 2014; 2013). 

            Esto se debe a que Santa María Chí se ubica en una planicie kárstica a menos de 10 metros sobre el nivel del mar, esto es, una zona con acuíferos expuestos por el nivel freático que está a poca profundidad. Tomando en cuenta el tiempo geológico, los suelos de la zona son de formación reciente y los tipos de suelos dominantes son los Leptosoles, que son poco profundos, asociados a afloramientos rocosos y con altos porcentajes de pedregosidad. Por estas razones, los Leptosoles tienen baja aptitud para ser usados en la agricultura intensiva y, de acuerdo con el Programa de Ordenamiento Ecológico del Territorio del Estado de Yucatán, las unidades de gestión ambiental donde se ubica Santa María Chí no son compatibles con la porcicultura. Esto ha sido confirmado por estudios realizados por Aguilar y Bautista (2011) y Aguilar et al. (2011), que documentan que los Leptosoles no pueden ser usados para recibir agua de riego de residuos porcinos, ya que se salinizan a muy corto plazo, lo que genera una degradación química que implica un escaso crecimiento de la vegetación cultivada y circundante o, incluso, la muerte de la misma, pues no cualquier cultivo o especie vegetal puede soportar  los altos niveles de sales que se quedan en los suelos regados por aguas residuales porcinas. Precisamente, una de las principales quejas de la población de Santa María Chí, y de otras comunidades mayas afectadas por granjas porcícolas, son los daños a sus plantas y cultivos. 


   El uso continuo de los Leptosoles en el área de riego genera degradación química de los mismos; además, las sales acumuladas en los suelos pueden ser posteriormente arrastradas en un proceso de lixiviación, que aumenta cuando llegan las temporadas de lluvias y “lavan” los suelos, haciendo que los contaminantes traspasen el subsuelo y llegue a los acuíferos generando la contaminación de las aguas subterráneas. En áreas donde existan hoyos de disolución -como es el área del proyecto y su zona de influencia-, el agua y cualquier contaminante llega de manera directa a las aguas subterráneas.
Asimismo, en los alrededores de Santa María Chí existen cenotes como Xpuchil y El Altillo que, de acuerdo con el Dictamen diagnóstico ambiental de la actividad porcícola en Yucatán de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, presentan “contaminación difusa de nitrógeno amoniacal” por “el efecto de las granjas porcícolas” (Semarnat 2023:47). Igualmente, existen en la zona de influencia lagunas artificiales que se han formado por el abandono de bancos de materiales, conocidos en la región como sascaberas. Una de ellas se ha convertido en una aguada superficial, conocida como aguada Sitpach, y que, como muchas porciones del territorio de la zona, ahora es propiedad privada.

    Wilberth continuó sus estudios en la ciudad de Mérida, donde tuvo su primer trabajo en una tienda de importaciones en el centro, después en un despacho como auxiliar contable y, posteriormente, en el área administrativa de una empresa que formaba parte de Bepensa, en donde laboró doce años. De su paso por Bepensa, Wilberth recuerda su trabajo como voluntario para limpiar playas y escuelas, apoyando en casa de ancianos y, lo que más le impactó, el saneamiento de un cenote en Kaua, que estaba “horriblemente lleno de basura”. De esa experiencia le nació “hacer muchas cosas para ayudar a la gente”.  

Durante sus estudios y vida laboral en Mérida, Wilberth regresaba cada fin de semana a Santa María Chí. A finales de 2020, en el contexto de la pandemia de Covid 19, y debido a la carga de trabajo y el estrés, decidió renunciar a su trabajo. Viviendo de nuevo toda la semana en Santa María Chí, Wilberth conoció más de cerca todos los problemas que vivía la subcomisaría, como la falta de servicios públicos. Ante sus constantes críticas, sus amistades le dijeron, “si tanto te quejas, lánzate de comisario”. “Una frase que se me quedó mucho”, cuenta Wilberth, fue “si quieres mejorar, pues tírate de comisario, nosotros te apoyamos y nuestra familia igual”. El padre de Wilberth también había sido comisario a mediados de la década de los noventa, durante el gobierno municipal de Patricio Patrón Laviada, y eso también lo motivó a postularse como candidato a comisario.  

Durante su campaña para ser subcomisario, las vecinas y vecinos de Santa María Chí expresaron sus inconformidades con respecto a la granja porcícola, por los malos olores (“el apeste”), las moscas y moscos. Sin embargo, el conflicto se detonó a partir de los incendios provocados en los terrenos en la granja en abril de 2023 por la quema de excretas de los cerdos, y que tardaron más de un mes en extinguirse por completo. Numerosas personas de Santa María Chí han expresado afectaciones a su salud por los incendios, además de que el humo despedido en los terrenos de la granja no sólo olía a carne quemada, sino también a químicos. Doña Rosa Puc, mamá de Wilberth, narra que durante el incendio le dio una faringitis que no se le pasaba, y que ahora se le presenta de manera recurrente. “No puedes dormir, sientes que te asfixias”, señala. Otras vecinas y vecinos reportan asma, comezón en la piel, dolores de cabeza, entre otros padecimientos. Estas afectaciones provocaron que la población de Santa María Chí comenzara a informarse sobre las afectaciones a su salud, al agua y al medio ambiente, así como sobre sus derechos como comunidad maya y, con asesoría jurídica del Instituto Federal de Defensoría Pública y acompañamiento de organizaciones civiles, presentaran demandas de amparo en contra de la granja, la cual carece de diversos permisos y autorizaciones, razón por la que ha sido clausurada de manera total y definitiva. Sin embargo, hasta la fecha (octubre de 2025), la granja sigue operando.    


Además de su labor como subcomisario y como defensor del territorio, Wilberth también baila jarana, una danza típica de Yucatán que aprendió por su tía Brígida, quien frecuentemente se iba a bailar jarana a otras localidades. “Me gustó esa parte de estar saliendo, de ir a pasear a otros lugares, a otras fiestas de pueblos, de ahí que surgiera esa motivación”, relata Wilberth. Hasta la fecha, Wilberth asiste a diversos pueblos para bailar jarana.

    Hoy, debido a la invaluable labor de defensa de los derechos de su comunidad y del frágil territorio kárstico que habita, Wilberth se encuentra en riesgo de enfrentar prisión debido a las demandas de una empresa porcícola que ha operado ilegalmente por años, contaminando el agua, suelo y aire de Yucatán, violando los derechos humanos y de la naturaleza.

Exigencias

Organizaciones, colectivos y comunidades han manifestado su profunda preocupación y enérgico rechazo a la criminalización de las personas defensoras de derechos humanos y del medio ambiente en el Estado de Yucatán, particularmente en el caso del defensor Wilberth Alfonso Nahuat Puc, quien ha sido injustamente objeto de una acción penal por su labor legítima en defensa del derecho al medio ambiente sano y de su comunidad.

Nos sumamos a dichas preocupaciones y exigimos al Gobierno del Estado de Yucatán y a la Fiscalía General del Estado:

-          Que cesen de manera inmediata toda forma de criminalización, hostigamiento o persecución en contra de Wilberth y de cualquier otra persona o comunidad que defiende el territorio y el medio ambiente.

-          Que la Fiscalía General del Estado se desista de la acción penal emprendida en contra de Wilberth, reconociendo que su actuar se enmarca en el ejercicio legítimo del derecho a defender derechos humanos, reconocido por la Constitución Mexicana, los tratados internacionales y la Declaración sobre los Defensores de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

-          Que el Poder Judicial del Estado garantice la imparcialidad, independencia y debida diligencia en la actuación del juez encargado del caso, evitando cualquier sesgo o presión política que vulnere el derecho a un juicio justo.

-          Que el Gobierno del Estado de Yucatán adopte medidas efectivas de protección para las personas defensoras del medio ambiente y de los derechos humanos, asegurando condiciones seguras para el ejercicio de su labor, en específico que se adopten a favor de Wilberth.

-          Recordamos que defender el medio ambiente no es un delito, sino un acto de profundo compromiso con la vida, la justicia y el futuro de las comunidades y del planeta. La criminalización de quienes alzan la voz por el agua, la tierra y el territorio constituye una violación grave a los derechos humanos y un retroceso democrático inadmisible.

Exigimos respeto, justicia y libertad para Wilberth y para todas las personas defensoras del medio ambiente en Yucatán.

¡Defender la tierra no es delito!

¡Alto a la criminalización de las y los defensores ambientales!

Bibliografía citada

Aguilar Duarte Y., Bautista F., Mendoza M. E., Frausto O., Ihl T. and C. Delgado. 2016. IVAKY: índice de la vulnerabilidad del acuífero kárstico yucateco a la contaminación. Revista Mexicana de Ingeniería Química, v. 15, no. 3: 913-933. Disponible en: http://www.redalyc.org/pdf/620/62048168021.pdf

Aguilar Duarte Y., Bautista F., Mendoza M., Ihl T.y O. Frausto. 2014. Propuesta del IVAKY: índice de vulnerabilidad del acuífero kárstico yucateco a la contaminación, p. 112-135. En: “10 Soluciones para el manejo sustentable del agua, Península de Yucatán”. Fundación ICA, México D. F. 220 pp. Disponible en: https://www.researchgate.net/publication/267038479_Propuesta_de_Ivaky_indice_de_vulnerabilidad_del_acuifero_karstico_yucateco_a_la_contaminacion

Aguilar-Duarte Y., Bautista F., Mendoza M. y C. Delgado. 2013. Vulnerabilidad y riesgos de contaminación de acuíferos kársticos. Tropical and Subtropical Agroecosystems, 16: 243-263. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=93928324001

Aguilar Duarte Y., Bautista. F. y E. Díaz. 2011. Soils as natural reactors for swine wastewater treatment. Tropical and Subtropical Agroecosystems, 13: 199-210. Disponible en: http://www.revista.ccba.uady.mx/ojs/index.php/TSA/article/view/815/576

Aguilar Duarte Y., y F. Bautista. 2011. Extrapolating the suitability of soils as natural reactors using an existing soil map: application of pedotransfer functions, spatial integration and validation procedures. Tropical and Subtropical Agroecosystems, 13: 221-232. Disponible en: http://www.revista.ccba.uady.mx/ojs/index.php/TSA/article/view/810

Estrada Medina, Héctor et al. 2019. “El karst de Yucatán: su origen, morfología y biología”. Acta Universitaria 29, e2292, pp. 1-18.

Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales. 2023. Dictamen Diagnóstico Ambiental de la actividad porcícola en Yucatán. México: Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.


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