martes, 5 de abril de 2022

Ambientalistas informados, disfrazados y confundidos en la península de Yucatán

En la península de Yucatán hay una gran cantidad de recursos naturales y culturales que, sin embargo, generan riqueza para unos pocos y pobreza para muchos. Solo hay que mirar los grandes contrastes entre el glamoroso Cancún y su paupérrima zona periurbana y la marginación de sus zonas rurales.

Cancún es la joya de la corona del turismo mexicano donde entra una gran cantidad de dinero por el turismo internacional y la misma sale del país sin dejar bienestar para las poblaciones locales.

Los productos que se venden son varios, pero dos son los principales: los recursos naturales y la cultura Maya.

Los recursos naturales al interior de los paisajes kársticos con sus playas blancas, sus preciosas dunas costeras, las lagunas costeras llenas de vida marina y terrestre, los imponentes e importantes manglares, las espectaculares y biodiversas selvas baja, mediana y alta, las extensas cuevas y cavernas kársticas que siguen deslumbrando al mundo con sus secretos geológicos, paleontológicos y antropológicos, y el mar con sus grandes ventajas turísticas y pesqueras.

La cultura Maya vende y vende muy bien, mucha sabiduría astronómica, agrícola y de uso de los ecosistemas, y una cosmovisión que aún nos sigue deslumbrando, muchos restos arqueológicos, muchas ciudades, bueno, hasta un museo de la cultura maya existe. Gran reconocimiento mundial para los mayas muertos, porque los mayas vivos son invisibles para muchos, ni siquiera les llaman mayas, les dicen mestizos.

Todas estas riquezas naturales y culturales mencionadas han estado amenazadas por el tipo de desarrollo de los últimos 60 años. La gente preocupada por la destrucción de los ecosistemas y la cultura Maya ha estado luchando con escaso éxito ante el poderío del gran capital internacional y, en menor medida, del nacional y local. Esos han sido y son los ambientalistas informados, los que se asesoran de científicos, los que ven más allá de la naturaleza, los empáticos con las clases menos favorecidas. Ellos no necesitan el tren maya, pero saben que la gran población si, ellos tienen agua potable en sus casas, pero saben que muchas poblaciones no. A ellos les gusta disfrutar de la naturaleza, pero quieren un desarrollo incluyente. Estos ambientalistas informados también critican a los gobiernos de los tres niveles cuando las cosas no van bien, se hacen oír de diversas formas y utilizando diversos medios.


Los ambientalistas de ocasión
son aquellos que son contratados para hacer campañas en contra de obras específicas, hacen y/o usan discursos por el cuidado de los ecosistemas con causas políticas y/o económicas. Estos ambientalistas son selectivos, les importan, o les dicen que son importantes, unas causas y callan otras, o simplemente no las ven. Estos ambientalistas no necesitan el tren maya, ni lo usaran (no viven en México) y si lo llegara a usan será para vacacionar. Estos ambientalistas de ocasión se dicen preocupados por la contaminación del agua, pero no identifican plenamente al que contamina o dicen “los porcicultores pequeños contaminan más”, “la gente también contamina”, “todos contaminan”, “así ha sido siempre”, “los hoteles contaminan, pero las chozas mayas también” etc.

Los ambientalistas de ocasión, o contratados, piensan que no hay mucha pobreza en la península de Yucatán (80% es poco y son pobres porque quieren), en África hay más, se les oye decir.   

Los ambientalistas confundidos son aquellos que tienen una preocupación genuina por los ecosistemas y por la gente pero que no logran identificar “la mano que mueve la cuna”, los actores que se beneficiarán con su activismo. Son aquellos preocupados por el futuro en lugar de preocuparse por el presente que ya es caótico ambiental y socialmente. Son aquellos que culpan a los fuereños de la destrucción del ambiente, les espanta la llegada de los huaches (extranjeros de todo tipo) cuando los problemas ambientales ya los tienen. Aquí lo que falta es reflexión.

Falta pensar un poco más en algunas respuestas a estas preguntas: ¿Quién se beneficia con la posibilidad de cancelación del tren Maya o con su retraso? ¿Quién pagaría para hacer una campaña en contra del tren Maya? ¿Quién se beneficia de las tarifas bajas de extracción de agua? ¿Quién se beneficia de la inexistencia de las plantas de tratamiento? ¿Quién se beneficia de la venta de “lotes de inversión”? ¿Quién se beneficia de culpar a los pequeños porcicultores? ¿Quién se beneficia de culpar a los presidentes municipales de la mala gestión del agua y exculpar al estado? ¿Por qué no se ve a la población pobre en las calles gritando por detener la construcción del tren Maya? ¿Por qué las clases bajas y medias se manifiestan en contra del desorden inmobiliario? ¿Por qué las clases bajas y medias se manifiestan en contra de la contaminación del agua subterránea mientras otros dicen que hay mucha?

Algunos listillos, diría un amigo español, utilizan a los ambientalistas de ocasión y a los confundidos para sus fines políticos y económicos, utilizan falacias (mentiras a medias) para hacer parecer sus causas como justas.

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